Durante todos los días de estadia pasaron cosas mientras ibamos de un lugar a otro y muchas veces en los lugares.
El primer día casi no dormimos, de hecho yo no pude dormir. Normalmente yo me duermo a la 1 o a las 2 de mañana así que en un país con 2 horas de más me acosté a las 4 y me levanté a las 6 para alcanzar el desayuno. Pero ese día nos esperaba un gran viaje.
El bus llegó puntual y todas nos subimos en él. Mientras el chofer-guía nos explicaba sobre el porque de la Chamanchaca y que el lugar se llamaba así por este tipo de neblina (que viene del mar), paramos en una tiedita donde probamos vino en su primera etápa de conserva y nos aprovechamos de una señora (ita) que estaba comiendo en el lugar, al final ella nos las tomó (pero creo que le molestó tener que hacerlo con 7 camaras).
El viaje fue normal todo el camino, y para mí pasó rápido porque venía dormida, pero disfrute del paseo mchísimo. En la noche fuimos a comprar cerca del hotel, al regresar en el cuarto nos quedamos despiertas hasta tarde y otra vez dormí solo 2 horas.
Al día siguiente salí durante la tarde con los papás de mi enamorado (simplicado por las chicas a "Suegros") ellos ese día me llevaron a conocer el casino Monticello que es el más grande de Sur América, jugué en las maquinitas hasta tarde, era la primera vez que iba a un casino, y jugué con el hermano de mi enamorado (otra vez simplificado a "cuañado). Ellos pensaban que no tenía que asistir al seminario al día siguiente y regresé a las 3 am al hotel, otro día de 2 horas de sueño.
Chile es un país muy ordenado y los conductores suelen cumplir y acatar todas las normas de tránsito pero de vez en cuando se les sale lo latinoamericano a los habitantes semi-europeos de este país. La verdad me sentí como en casa, el chofer se había equivocado al virar en la autopista y en vez de darse la vuelta completa (como era de esperar en un caso así), decidió regresar a la vía principal de retro, el único poblema es que estábamos en una curva cerradísima bastante parecida a las orejas que hay para entrar a la vía a Samborondón pero más cerrada y ciertamente menos traficada. A mí me trajo de vuelta a mi país: -¡¡¡DELE DELE DELE DELE!!!- sólo faltaba que alguien se parara atrás del carro con un pañuelito rojo y sucio.
Apenas sucedio eso me dije, eso va en el blog!