jueves, 29 de octubre de 2009

Leyendas de mi ciudad...


El día de las brujas se acerca y a pesar de que no es tradición en mi país su celebración, parovecharé estas épocas tenebrosas para publicar leyendas sobre mi ciudad: Guayaquil.

Las leyendas ya las conocía (y son conocidas por casi todos los ecuatorianos que viven en el puerto principal), sin embargo las encontré escritas en la página Soy Guayaquil.
(http://www.soyguayaquil.com/leyendas.htm)


Así que aquí les van 7 leyendas famosas en mi ciudad:





La Dama de la Noche

Hay taxistas nocturnos –llamados ‘lechuceros’– que cuentan que cierta noche por el antiguo anfiteatro Julián Coronel tomaron de pasajera a una mujer. A los pocos segundos, cuando el carro rodaba frente al cementerio, descubrieron que ella había desaparecido del asiento trasero.

Otro lechucero afirma haber sido abordado por una hermosa pasajera al inicio del cementerio, quien pedía ser trasladada a una ciudadela del norte. Al llegar, le solicitó que la esperara mientras iba a su casa a buscar el dinero para cancelar la carrera. Caminó por una calle peatonal y entró a una villa. Después de algunos minutos, el taxista fue a buscarla, llamó a la puerta, salió un señor al que le contó lo sucedido. Este le mostró una foto de la pasajera y le confesó que era su hija que murió años atrás en un accidente de tránsito.


La Leyenda de Don Víctor Emilio Estrada

Dice la leyenda que Víctor Emilio Estrada (ex presidente del Ecuador en 1911) era un hombre de fortuna, acaudalado y de sapiencia, todo un caballero de fina estampa. Las personas de esa época decían que el caballero había hecho un pacto con el Diablo, y que cuando muriera él mismo vendría a su tumba a llevárselo.


Víctor Emilio Estrada construyó una tumba de cobre para que el Demonio no invadiera su descanso.

Al morir fue enterrado en su tumba de cobre, una de las más grandes del cementerio de Guayaquil.

El Demonio quiso llevarse su alma al infierno como habían pactado, pero en vista de que no pudo éste lo maldijo y dejó varios demonios de custodios fuera de su tumba para que lo vigilaran y no lo dejaran descansar en paz. Desde ese día Víctor Emilio Estrada no descansa en paz y todas las noches sale a las 23 horas con su sombrero de copa y su traje de gala por la puerta uno del famoso cementerio de Guayaquil, a conversar con las personas que se detienen a coger el bus en la parada.


Los Amantes del Pozo

Se cuenta que en la Ciudad Vieja de Guayaquil, en uno de los pozos Huancavilcas que usaron los fundadores españoles que tomaron posesión con Francisco de Orellana del sector al pie del cerro de Santa Ana, y cuando la Iglesia Matriz pasó a la “Ciudad Nueva” y la primera matriz fue cedida a los Dominicos, una mañana encontraron a una bella joven ahogada en el fondo del pozo cuyo cuerpo estaba abrazado al cuerpo de un Sacerdote Dominico. El pueblo consideró un sacrilegio y con tierra y piedras cegó el pozo, que estaba casi situado detrás de la actual Iglesia de Santo Domingo. Debido a esto se despertó la leyenda de que al anochecer de ese lugar se escuchaban los gritos de dos personas que se ahogaban pidiendo socorro.



El Crimen del Algarrobo

En la hacienda Etelvina, colindante a la población Colimes, los campesinos relatan como cosa cierta que un agricultor pobre tuvo una mujer tan hermosa, que llegó a impresionar y enloquecer de amor al cura párroco, quien una vez le declaró su amor. Ella se lo contó a su marido, el cual le dijo que le diera una cita nocturna al sacerdote en el pequeño huerto que había junto a su casa. El sacerdote acudió a la cita, y el ofendido marido lo esperó tras un árbol de algarrobo, dándole tal machetazo al cura, que le separó la cabeza del cuerpo. Pero no contento con victimar al sacerdote, el marido corrió al convento, se apropió de todos los dineros y las prendas del sacerdote, que llegó a ser rico debido a que el cura guardaba los dineros para la construcción de un nuevo templo. A éste suceso se le llamó el crimen del algarrobo, y decían que, al pie de ese algarrobo, aparecía un sacerdote pidiendo caridad a todo el que por allí pasaba para edificar el nuevo templo proyectado.



El Jinete Sin Cabeza

Otra leyenda que existe por Daule y Santa Lucía con motivo del asesinato del que fue poeta, diplomático, escritor y político, doctor Vicente Piedrahita Carbo, muerto en la casa de su hacienda Palestina. Se decía que, por las huertas del cacao, muchos vieron a un jinete sin cabeza cabalgar por las noches, y que en las noches de luna, algunos pudieron comprobar que el jinete sin cabeza llevaba las ropas del doctor Piedrahita Carbo, que, se decía, andaba en pos de su asesino, que jamás fue ni descubierto ni capturado por las autoridades.





La Dama Tapada


Las mujeres ocupan un espacio importante en las leyendas y mitos de la cultura ecuatoriana, entre ellas se puede mencionar la Dama Tapada de Guayaquil.

Es el fantasma que persigue a los mujeriegos. Ella, va vestida de negro y lleva cubierta la cabeza con mantilla, velo o pañolón de largos flecos, se caracteriza por su elegancia y figura encantadora.

A su paso queda un oloroso perfume de nardos o violetas, lo cual despierta el interés de los trasnochadores y borrachos que deciden seguirla.

Quienes van tras de su paso no pueden acercarse más de un metro, ya que ella sigue sin dejarse alcanzar debido a que jamás varía su ritmo al caminar y por más esfuerzo que hagan sus seguidores no la pueden alcanzar.

La siguen de forma hipnótica y cualquiera que pudiera venir de frente nunca la ve. En forma súbita se detiene al pie del cementerio da media vuelta, levanta el velo y dice: "Ya me ve usted como soy.... Ahora, si quiere seguirme, sígame". En ese instante la mujer de bellísimo rostro sonrosado en cuestión de segundos se descompone hasta convertirse en una calavera, mientras su pecho arde en llamas.

Quienes han presenciado esta visión quedan paralizados, locos o muertos. Ella sigue su camino hasta desaparecer finalmente.

Esta mujer en nuestra ciudad se aparecía a la altura del Cementerio Antiguo, Boca del Pozo, al bajar de la Iglesia de Santo Domingo.



La Leyenda del Cerrito Santa Ana

En Guayaquil Ecuador existe el cerro Santa Ana que se levanta imponente sobre toda la ciudad, en su cima hay un faro que se puede ver desde todos lados.Sin embargo ese cerro que todos los Guayaquileños pueden ver, esconde una historia, tan maravillosa como increíble.

Hace muchos años, antes de la Revolución Francesa, antes de la llegada de Colón, antes, mucho antes...cuando el indio hablaba con los árboles, y el viento se comunicaba con las personas de forman inteligibles. En esa época existió un rey Inca.

Este Rey tenia riquezas interminables, castillos de oro macizo que brillaban con la intensidad del sol, riquezas infinitas, opulencia interminable. Se jactaba de sus excelsos tesoros, y además de su hija....cuya hermosura era casi tan maravillosa como todos los tesoros del rey.

Su hija a quien amaba con el alma, un día enfermó, a pesar de que llamaron cientos de brujos que curaban con el canto, cientos de hechiceros de las cuatro esquinas del mundo, miles de magos de extraños universos....ninguno fue capaz de curar a su hija.

Sin embargo UNO llegó, cuando todo estaba perdido. Y dijo que tenia una cura para la hija. El rey lo exortó a que hablara...pero lo que dijo el mago lo llenó de cólera absoluta.

-SI QUIERES QUE TU HIJA SE CURE..DEBERAS RENUNCIAR A TODAS TUS RIQUEZAS, SOLO ASI SE SALVARA-

NOOOO NOOOOO-, respondió el rey con los ojos inyectados de furia, y tal era su rabia que mando a sus guardias a torturarlo durante meses para después matarlo.

El rey jamas renunciaria a sus riquezas, aunque eso signifique la muerte de su hija...si! Hijas podria tener muchas pero ORO, EL ORO LO ERA TODO PARA EL!!!

Cuando el mago que supo como salvar a la princesa murió, una terrible maldición cayó sobre el reino, el cielo se volvio negro, la tierra se levantó hambrienta para castigar al reino del soberano ambicioso....las montañas rodearon el reino y lo devoraron como un gigantesco monstruo de piedra.

Vivieron miles de años en la oscuridad infernal...

Cada 100 años la princesa debia aparecer con la oportunidad de salvar su reino. Pero jamas podia, pues la ambición en los corazones de los hombres corroia su alma.

Cuando un expedicionario español escaló el cerro sucedió que se encontró con la mujer más hermosa, era como un hada cubierta de vestidos de arcoiriris, ojos magnificos que reflejaban un vasto mar.

Ella le mostró al expedicionario una ciudad de oro, y le prometió que si él lo deseaba todo podia ser suyo, sin embargo también podia escoger casarse con ella, con la promesa de que seria su esposa fiel, lo cuidaria hasta siempre con devoción. Seria la mejor esposa que jamas habria tenido hombre alguno.

Pero el prefirió...la ciudad dorada !

La princesa gimió, el rey apareció maldiciendolo y pretendiendo arrastrarle a la oscuridad eterna, para que compartiera con ellos su destino, el expedicionario en su pánico le rezó a la virgen de SANTA ANA.

Y la Virgen lo rescató, en su honor se bautizó al cerrito con el nombre del cerro de SANTA ANA, lugar donde inició la fundación de la ciudad de Guayaquil.